En la década de los años 50, del siglo pasado, el poblado de Guadalupe Hidalgo, conocido hoy como la Villa de Guadalupe, fue devastado. Manzanas enteras fueron demolidas una tras otra, con la finalidad de construir la monumental Plaza de las Américas en el Tepeyac y ensanchar algunas vialidades para admitir un aforo mayor de automóviles y camiones que, en un corto lapso, vinieron a sustituir a los tranvías. Los afanes demoledores llegaron al grado de consentir la destrucción de la Capilla de las Rosas, que fue edificada en el siglo XVII, un lugar emblemático del milagro guadalupano.
Pero
pese a ello, hoy subsisten un número importante de bienes muebles e
inmuebles con valor patrimonial que es necesario proteger y
conservar, tales como la Basílica antigua (1709); la iglesia y el ex
Convento de Capuchinas (1787); la Iglesia del Pocito (1791),
edificada por el arquitecto Francisco Guerrero y Torres; la Iglesia
del Cerrito del siglo XVIII; el acueducto de Guadalupe (1751) que
cuenta con 2,310 arcos de cantera; los ocho Misterios (1676) que
sobreviven en la calzada del mismo nombre; la rotonda de la calzada
de los Misterios, que conserva dos basamentos del antiguo arco y una
placa labrada en piedra.
Sobrevive
también el panteón del Tepeyac (1660) con 2,500 criptas, con piezas
de arte funerario románticas, góticas, art decó y art
noveau; donde fueron sepultados los restos de José María
Velasco, Gabriel Mancera, Manuel Orozco y Berra, Xavier Villaurrutia,
Antonio López de Santa Ana, entre otros; la estación ferroviaria de
La Villa (1907); la Fundación Mier y Pesado, edificio art decó
del arquitecto Manuel Cortina García; los famosos Indios Verdes
(1891), esculturas en bronce de dos guerreros aztecas, obra de
Alejandro Cassarin, y un sin fin de bienes inmuebles que
sobrevivieron a la destrucción, como la casa que habitó el pintor
José María Velasco, o la famosa Casa de los Virreyes, de la cual
sobrevive hoy sólo una tercera parte
Los habitantes de este lugar histórico, principalmente los jóvenes y los niños, deben convertirse en Guardianes del Patrimonio, velar por la conservación del mismo y denunciar los intentos por destruir lo que despectivamente llaman “casas viejas”, pero que en realidad son inmuebles con valor patrimonial característico de aquella noble Villa de Guadalupe. Lo anterior sin menoscabo de las obligaciones que en esta materia imponen las leyes al INAH, el INBA, al Gobierno de la Ciudad de México y la misma Secretaría de Cultura.
*Zarco, Salvador. El que se fue a la Villa perdió su silla. . . (2024). Al Tiro, Revista del Festival de Cine de Barrio, Vol. 5, 18-19. https://feciba.com/revista/2024.php . Última revisión 24-04-2025.
** Fotografía arriba, Salvador Zarco, líder ferrocarrilero y director del Museo de los Ferrocarrileros en la zona de la Villa al norte de la CDMX, créditos de la foto a quien correspondan.
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