Repositorio de información concerniente a los territorios del LibroClub Teodoro Larrey del Museo de los Ferrocarrileros en la zona de La Villa. Aquí habitamos dichos territorios a través de las historias que vamos encontrando al recorrerlos.
Un viaje retro
Salida y destino (Fragmento)*
El ferrocarril fue sin duda uno de los grandes inventos del siglo XIX, factor indiscutible para el desarrollo de la actividad económica, y excelente medio de comunicación al unir poblaciones y ciudades distantes. Esta valiosa y novedosa herramienta de la tecnología de su época no sólo basó su eficacia en la máquina con su fila de vagones detrás, o en sus cientos o miles de kilómetros de rieles sobre los que se desplazaba; las estaciones de trenes jugaron también un papel preponderante en su funcionamiento al ser lugares de salida y destino de los pasajeros y de la carga material, transportados ambos con gran facilidad.
En la Ciudad de México la presencia de dichas estaciones propició notorios cambios urbanos y sociales, pues fueron lugares muy atractivos para realizar a su alrededor actividades industriales y comerciales, asimismo, se establecieron zonas habitacionales conformadas principalmente por trabajadores del sector ferroviario. Si bien en un principio las estaciones de trenes se ubicaron fuera de los límites de la urbe, al paso del tiempo formaron parte de esta logrando una interacción fundamental con sus habitantes y con las fábricas, talleres, mercados, etc., espacios relacionados directamente con el ferrocarril encargado de llevar y traer materias primas y productos elaborados.
Tras inaugurarse la primera línea de ferrocarril del país que iba de la Ciudad de México al puerto de Veracruz, el 1 de enero de 1873, la capital de la República se convertiría -antes de finalizar el siglo XIX- en el centro ferroviario más importante de México cuando se establecieron en sus alrededores las estaciones del Ferrocarril Mexicano y Ferrocarril Central (ambas en Buenavista), la estación Colonia y la de San Lázaro, entre otras.
ESTACIÓN DEL FERROCARRIL MEXICANO
A mediados del siglo XIX la capital de la República se encontraba rodeada de ranchos, potreros, ejidos y varias haciendas. Una de ellas, la hacienda de Buenavista llamada originalmente Hacienda de San Francisco de Borja, perteneció al colegio jesuita de San Andrés en la época virreinal, y posteriormente (1782) a don Manuel Rodríguez de Pinillos conde de Selva Nevada. En 1865 la hacienda fue adquirida por una sociedad civil formada por don Rafael Martínez de la Torre, quien fuera regidor del Ayuntamiento de México, abogado defensor de Maximiliano de Habsburgo (1867) y diputado federal (1869); y don Antonio Escandón, uno de los empresarios más prominentes de aquel entonces.
En un millón de varas cuadradas (64 hectáreas), se estimaban los terrenos de la hacienda de Buenavista por la cual se pagaron 40 mil pesos.1 Don Antonio Escandón promovió y logró que en sus tierras (el 25.2% de las 64 hectáreas), se ubicara la estación del Ferrocarril Mexicano junto con sus patios de maniobra, depósitos, bodegas, vías férreas de acceso, etc. La sobria estación del Ferrocarril Mexicano fue construida por el maestro de obras alemán J. Muller.
En 1948 la estación del Ferrocarril Mexicano lucía de esta forma frente a la plaza Buenavista con el monumento a Cristóbal Colón colocado ahí en 1892. Reproducción autorizada por el INAH.
Diseñada en planta baja y un piso superior, la estación -de techos planos- presentaba un claro estilo neoclásico reflejado en las típicas balaustradas que delimitaban los balcones del segundo nivel, así como en parte del pretil en el remate. Los dinteles de las ventanas inferiores combinaban dos formas: pares de arcos de medio punto en los extremos, y cornisas rectas en el cuerpo central. Un reloj de carátula circular remataba el inmueble justo al centro. Frente a la fachada principal se diseñó una plaza bautizada con el nombre de Buenavista donde se colocó el 12 de octubre de 1892 la relevante escultura de Cristóbal Colón realizada por el destacado maestro Manuel Vilar para conmemorar el cuarto centenario del descubrimiento del continente americano.
Del referido inmueble partió el primer ferrocarril del país rumbo al puerto de Veracruz (423 km) iniciando así un sistema ferroviario que a fines del porfiriato alcanzó los 20 mil kilómetros de extensión. Es importante señalar que la presencia de la estación del Ferrocarril Mexicano propició el surgimiento de la colonia Guerrero (1874) una de las más tradicionales de la ciudad capital.
La antigua estación del Ferrocarril Mexicano se convirtió en el principal sitio de salida y llegada de pasajeros y carga que tuvo México. Después de poco más de ocho décadas de fructífera existencia la estación fue demolida a fines de los años cincuenta del siglo pasado.
ESTACIÓN DEL FERROCARRIL CENTRAL MEXICANO O DE BUENAVISTA
Hacia 1884-1888 se construyó, e inició operaciones, la estación del Ferrocarril Central, vecina de la estación del Ferrocarril Mexicano, en terrenos también de la hacienda de Buenavista. Esta línea de ferrocarril conectaba a la capital del país con la frontera norte (México-Ciudad Juárez) donde se incorporaba al sistema ferroviario de los Estados Unidos.
Por medio de fotografías antiguas se puede observar que dicha estación tenía dos niveles, en la planta baja lucía un pórtico corrido formado por esbeltas columnas metálicas que sostenían un friso “calado” muy singular, cubierto por una techumbre metálica inclinada; el acceso se acentuaba mediante un pequeño techo a dos aguas. En el piso superior el tabique aparente realzaba los marcos de sus ventanas; y las techumbres también se apreciaban a dos aguas. A su costado se ubicó el inmueble que alojó a las oficinas del Ferrocarril Central Mexicano.
En los patios de la antigua estación del Ferrocarril Central comenzó en 1936 la construcción de una nueva estación -de estilo modernista o funcionalista en boga- que tendría por nombre Estación Central de Buenavista. El Departamento de Vías y Edificios de los Ferrocarriles Nacionales de México fue el encargado de realizar el proyecto cuya justificación se debió a “…la importancia que tiene para la capital de la República, poblada por casi un millón y medio de habitantes, una estación terminal a donde afluyan las corrientes turísticas, comerciales, industriales, agrícolas y de otras índoles, formadas con elementos que constantemente hacen uso de los ferrocarriles para sus servicios, sin tener, como antaño, que dividirse dentro de la misma ciudad para poder encontrar la puerta de salida o de llegada a sus centros buscados, con las molestias y gastos consiguientes”.2
El nuevo inmueble fue inaugurado el 16 de septiembre de 1937 por el presidente Lázaro Cárdenas, acompañado del Lic. Eduardo Suárez, secretario de Hacienda y Crédito Público, y del Ing. Antonio Madrazo, presidente ejecutivo de Ferronales (Ferrocarriles Nacionales de México); funcionarios de esta empresa formaron una comisión de recepción para la ceremonia.
NUEVA ESTACIÓN DE BUENAVISTA
Al paso del tiempo la ciudad fue reclamando más espacio para alojar nueva infraestructura que diera respuesta a nuevas necesidades. A fines de los años cincuenta, se demolieron las estaciones del Ferrocarril Central o de Buenavista y del Ferrocarril Mexicano para construir después en su lugar el edificio sede del Partido Revolucionario Institucional y la Delegación Cuauhtémoc respectivamente.
El servicio de ferrocarriles en Buenavista no se suspendió, sino que se construyó una estación moderna erigida unos 500 metros más al norte de las antiguas. Diseñada por el Arq. Jorge L. Medellín la nueva estación de Buenavista presumía una fachada vidriada muy sencilla de marcada forma horizontal, destacaba su amplio lobby al cual daban las taquillas y algunos servicios, y en el nivel superior se hallaban las oficinas; en el remate de la fachada se apreciaba a la distancia un gran letrero: FERROCARRILES NACIONALES DE MÉXICO. La estación llegó a contar con doce vías y seis andenes, el presidente Adolfo López Mateos la inauguró en 1958.
En la nueva estación de Buenavista se ofrecía un servicio especial de trenes que seguramente muchos capitalinos recuerdan; un par de ellos conectaba con las ciudades capitales de Guadalajara y Monterrey, conocidos como el Tapatío y el Regiomontano respectivamente; lo mismo pasaba con el tren Jarocho que iba directo al puerto veracruzano. El 1 de septiembre de 1999 la empresa Ferrocarriles Nacionales de México finalizó sus operaciones en el país, por lo cual la estación de Buenavista dejó de operar y fue abandonada durante muchos años, hasta que después de un rediseño de sus áreas se convirtió en parte de la terminal del Tren Suburbano (2008).3
REFERENCIAS DEL ARTÍCULO:
1 Edgar Tavares López. Museo panteón de San Fernando. Secretaría de Cultura del Distrito Federal, México, 2012, p. 26.
2 La transición de Buenavista: de estación periférica a un importante nodo ferroviario en la Ciudad de México en: https://www.miradaferroviaria.mx/el-papel-de-las-estaciones-del-ferrocarril-en-la-ciudad-de-mexico-del-siglo-xix-the-rol-of-train-terminals-on-the-city-expansion-of-xix-century/ consultada el 23 de noviembre de 2022.
3 Estación Buenavista en: https://es.wikipedia.org/wiki/Estaci%C3%B3n_Buenavista
Última consulta; 25 de noviembre de 2022.
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