Mi Calzada de Guadalupe

 

Por Grisélida Sandoval

 Integrante de la Red Vecinal de Narradoras y Narradores Orales Guardianes del Patrimonio de la zona de La Villa.



Calzada de Guadalupe 1956, imagen tomada de Mexico en fotos 


Era principio de los años sesenta. La Calzada de Guadalupe era referente para muchas actividades cotidianas: Vamos a comprar el pan a la panadería de La Abeja está cerca, en la calzada de Guadalupe, Si te pierdes, acuérdate, le dices al policía que vivimos a ocho cuadras de la Calzada de Guadalupe.

Tomamos el tranvía para el centro... en la calzada de Guadalupe, los dulces para el día del niño los puedes comprar en la Casa Jaime. ¿La medicina? no vayas hasta el centro, en la Briseño encuentras. Tortas ricas y baratas, la Mier y Pesado, la parada de los camiones de Circunvalación, el cine, las gorditas de maíz, además de muchos servicios y comercios más; en la Calzada de Guadalupe.

En la vida familiar, la Calzada de Guadalupe también era un eje orientador. A veces sólo le decíamos 'la calzada' y se sabía qué calle era y a dónde llevaba, su destino: la Basílica, lugar que alojaba a la Virgen de Guadalupe y a donde acudíamos con mis papás y hermanos a misa cada que teníamos un acontecimiento importante: el cumpleaños de alguien, a dar gracias por el nacimiento de uno de mis hermanos, los bautizos, los fines de año, los domingos de pascua, la petición de un favor.

El antiguo orfanato para niñas de la Fundación Mier y Pesado, sobre Calzada de Guadalupe en 1926, actualmente Colegio Mier y Pesado. Fotografía obtenida de @mexicoretro.


Dado que estaba cerca de la casa, a veces íbamos caminando y, bardeada con rejas verdes, la calzada nos ofrecía un camino seguro. Mi impresión fue impactante cuando vi por primera vez a muchas personas que de rodillas transitaban, de Peralvillo a la Basílica, con veladoras y flores, sudando y padeciendo cansancio y el dolor del recorrido. Pregunté a mi padre y me explicó que pagaban una manda, es decir un sacrificio que habían ofrecido a la Virgen de Guadalupe a cambio de algún favor, muchas veces difícil, y que ella les habla concedido.

En alguna ocasión mi madre estuvo en riesgo de morir por un problema de salud, y mi abuela y mi tía nos pusieron a rezar y pedir a la Virgen por su alivio. Yo rezaba con mucha devoción cuando recordé lo que mi padre me habla explicado sobre las mandas. Sin pensarlo siquiera y con la urgente necesidad de que mi madre recobrara la salud inmediatamente ofrecí ir de rodillas de Peralvillo a la Basílica.


Peregrino en camino a la Basílica por la Calzada de Guadalupe, fotografía de Carlos Jasso para REUTERS, obtenida de TheObjective.com


Mi madre sanó y cuando le dije a mi padre lo que había ofrecido me aseguró que podíamos hacer algún trato con la Virgen y cambiar esa penitencia por otra, porque mis rodillas quedarían en muy mal estado y seguramente ella no querría que después tuviéramos que pedir por mi recuperación. Así lo hicimos rezando algunos rosarios y asistiendo a misa.

Creo que la Virgen vio con buenos ojos ese trato ya que de haber realizado esa penitencia mis destrozadas rodillas requerirían después, de otro favor más.





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