Ferrocarriles y su tecnología

Hemos hablado mucho sobre la importancia histórica de los ferrocarriles, pero ¿Sabes cómo funcionan o cuál es la diferencia entre un tranvía, un tren o el metro?

Aquí algunos videos para seguir aprendiendo sobre cultura ferrocarrilera:


D Todo - Cómo se maneja un tren (12/02/2018) | Canal Once





¿Cuál es la diferencia entre Tranvía, Tren Ligero o Metro? | Urbanópolis con @Matienlaciudad





Acoplador Janney: La pieza que salvó miles de vidas en el tren | Misterios Del Mundo




El Tepeyac, una película

Te invitamos a ver esta película que muestra imágenes del territorio de la Red Vecinal de narradoras y narradores guardianes del patrimonio en la zona de La Villa.

Tepeyac es una cinta perteneciente al período silente en México, que hace una representación del mito de la aparición de la Virgen de Guadalupe, símbolo de la fe católica en el país, desde el siglo XVI hasta la actualidad. El filme cuenta dos historias: por un lado, e introducida por el proceso de evangelización de la época, la travesía del indígena Juan Diego al llevar los mensajes de la Virgen de Guadalupe tras sus apariciones, al obispo Juan de Zumárraga; por el otro, un hombre parte a Europa por mandato y su prometida le obsequia una joya con la imagen de la Virgen, para protegerlo de todo mal y de las guerras de aquel lado del mundo. Las dos historias permiten que los personajes ficticios se mimeticen con la vida del pueblo real, que fervoroso y contento, disfruta de su religiosidad.


Tepeyac es una historia que gira en torno a las apariciones de la Virgen de Guadalupe. Cinta que como todo el cine mexicano de la época, mezcla afortunadamente con gran ingenuidad ficción y realidad documental, lo que nos permite atisbar la Villa de Guadalupe en 1917 con sus costumbres populares, religiosas y paganas; aquí los personajes del filme se salen literalmente de la pantalla y se mezclan con el pueblo real, que fervoroso y contento, disfruta de su religiosidad.

Rescatada por el historiador universitario Aurelio de los Reyes y restaurada por la Filmoteca de la UNAM a partir de los negativos y positivos de nitrato de celulosa. Es un material de valor histórico y estético muy importante.




Ficha técnica:

Título: Tepeyac

País: México, 1917

Duración: 63 min.

Productora: Films Colonial

Directores: José Manuel Ramos, Carlos E. González y Fernando Sáyago

Guion: José Manuel Ramos y Carlos E. González

Fotografía: Julio Lamadrid

Interpretes: Beatriz de Córdova, Gabriel Montiel, Pilar L. Cotta, Emilia Otazo, Roberto Arroyo Carrillo y Feliciano Gutiérrez


Versión restaurada y musicalizada

Serie: Cine silente / Cine en Línea – Filmoteca UNAM


Taquigrafía, el arte de escribir veloz

 En una de las anécdotas de la Red vecinal de narradoras y narradores orales de la zona de La Villa se mencionó la carrera comercial de Taquígrafa-Mecanógrafa que se conoce de manera popular como una técnica encabezada por mujeres. Para tener más contexto de la importancia que tuvo en el México y la documentación histórica, les compartimos el siguiente reportaje publicado en el periódico El Universal.


Taquigrafía, el arte de escribir veloz*

Por Montserrat Callejas
(Fragmento)


Cuando escuchamos la palabra taquigrafía, muchos piensan en una pequeña libreta con espiral en la parte superior, herramienta útil que usan los reporteros frente a una rueda de prensa o durante una entrevista, su formato es muy practico para realizar notas rápidas y es fácil de guardar.

Actualmente, la palabra taquigrafía además de relacionarla con ese objeto es algo que raramente se escucha en una conversación cotidiana, pero antes de la llegada de las computados y teléfonos inteligentes la taquigrafía era el método con el que se podía escribir más rápido apuntes y entrevistas sin necesidad de una grabadora de voz.

La taquigrafía es una disciplina que requiere abreviaturas, caracteres y signos, que equivalen a palabras, letras y frases, con el fin de que la escritura pueda ser tan rápida como el habla. Los sistemas de taquigrafía, se utilizan para la transcripción de discursos en tiempo real.

Para poder escribir con velocidad, los sistemas taquigráficos se valen de signos más sencillos que los de la escritura corriente, estos van desde curvas, rayas o símbolos dependiendo del sistema. Existen varios tipos de taquigrafía que, aunque cumplen un mismo objetivo sus signos son diferentes, los sistemas más conocidos son Pitman, Gregg y Teeline, entre otras.


La taquigrafía es un método de escritura que se basa en el uso de símbolos para escribir tan rápido como se habla. Este sistema se utilizó por muchos años para tomar notas de discursos y entrevistas. Fotografía tomada del artículo original del periódico El Universal, referida a un curso de taquigrafía por internet. 

La importancia de la taquigrafía en México


En México, muchos taquígrafos a finales del siglo XIX e inicios del siglo XX fungían como secretarios particulares de políticos, abogados y oradores que deseaban tener un registro fiel de sus discursos e intervenciones que realizaban en sesiones rutinarias y depositaban en ellos su confianza para tomar notas y posteriormente transcribirlas a escritura normal.

El mismo Francisco I. Madero contaba con su taquígrafo personal, Elías de los Ríos quien le acompañó durante sus giras por el país registrando todos los mítines antirreeleccionistas que realizó en 1910 a manera de campaña para lanzarse como candidato a la presidencia y así dar fin al gobierno de Porfirio Díaz.

Durante el cambio de gobierno de Porfirio Díaz y hasta el golpe de estado que terminaría con la vida de Madero, Elías de los Ríos fue su taquígrafo y secretario. Existen pocas fotos de la presencia de este personaje, pero es mencionado en muchos pasajes como fiel escribano de toda la trayectoria del expresidente.

Durante sus discursos Francisco I. Madero siempre estaba acompañado de su taquígrafo y secretario personal Elías de los Ríos, quien trabajó con él hasta el final de su gobierno como presidente. En la fotografía, Elías de los Ríos es el único que no esta mirando a Francisco I. Madero ya que esta tomando nota del discurso. Foto del mismo articulo del periódico El Universal, referida al sitio web Mexicanísimo.

Este solo es un ejemplo de la presencia e importancia del taquígrafo en la historia moderna de México; una vez que los conflictos de la Revolución Mexicana llegaban a un desenlace, su relevancia volvió a resonar durante las reuniones para la creación de una nueva Constitución en 1917.

En el Diario de los debates del Congreso Constituyente se hace mención del importante papel que cumplían los taquígrafos en el Poder Legislativo, en el mismo diario se menciona “se necesita indispensablemente del auxilio de los taquígrafos para formar la historia del Congreso, recogiendo las palabras de los oradores […] sin los taquígrafos y los escribientes no podría funcionar el Poder Legislativo”.



La mujer se abrió paso a esta disciplina gracias a la educación técnica


Para principios del siglo XX, gracias al decreto expedido por el Congreso de la Unión en 1901, se amplió la enseñanza primaria superior estableciendo cursos de enseñanza técnica para carreras comerciales, de enseñanza doméstica y artes gráficas, en vista de dar herramientas para la inserción laboral de las mujeres.

Con esta nueva ley se fundaron instituciones para niñas y señoritas como la Escuela Oficial Primaria Superior con Sección de Comercio "Miguel Lerdo de Tejada", inaugurada en 1903 con la presencia del entonces presidente Porfirio Díaz, el subsecretario del Despacho de Justicia e Instrucción Pública, Justo Sierra, y otros funcionarios de gobierno.

Dentro de su matrícula además de proporcionar la educación primaria superior contaba con la opción de cursos de enseñanza comercial proporcionando habilidades para laborar en una oficina como taquigrafía, mecanografía y nociones de contabilidad con certificado oficial.

Una vez terminado el gobierno de Porfirio Díaz y con el establecimiento del nuevo gobierno mexicano que daría origen a la Secretaria de Educación Pública esta escuela dejó de ser una Escuela Primaria Comercial para dar instrucción a mujeres en teneduría de libros (actualmente conocido como contabilidad) y taquimecanografía como carrera técnica.

El proceso de reestructuración de la Secretaria de Educación Pública estableció un nuevo departamento orientado a la enseñanza técnica, industrial y comercial donde se agruparon todas las escuelas de oficios que no formaban parte de la educación básica.

Así se estableció el cambio a Escuela Comercial para señoritas “Miguel Lerdo de Tejada” y, junto con la Escuela Técnica de Mecanógrafos fueron las instituciones públicas que dieron la oportunidad de estudiar taquigrafía a nivel técnico con certificado para trabajar en todo tipo de oficinas tanto privadas como públicas.


A principios del siglo XX la institución encargada de la educación pública en el país antes conocida como "Despacho de Justicia e Instrucción Pública" decidió abrir escuelas de enseñanza técnica para la inserción laboral de las mujeres. Foto del artículo del periódico El Universal referida a la Mediateca INAH.


Hoy en día esta escuela sigue en pie, con la fundación del Instituto Politécnico Nacional la institución se incorporó a las escuelas de enseñanza media superior antes conocidas como vocacionales, ahora Centro De Estudios Tecnológicos Industrial Y De Servicios (CETIS).

No solo la Secretaría de Educación Pública vio en la taquigrafía una oportunidad de crecimiento laboral para las mujeres y para cualquiera que estuviera interesado en este sistema de escritura, también una gran cantidad de escuelas privadas ofrecían cursos de taquigrafía en ingles y español.

En estas escuelas para incentivar a sus alumnos se realizaban concursos donde se premiaba a quien escribiera más rápido y sin errores llegando a escribir hasta más de 200 palabras por minuto.

También empezaron a anunciarse en el aviso oportuno de esta casa editorial cursos por correspondencia donde aseguraban un aprendizaje integral de cualquier tipo de disciplina, entre ellas la taquigrafía.

En la primera mitad del siglo XX la presencia de la mujer en la taquigrafía se extendió significativamente y la imagen de la secretaria tomando notas con su libreta en las oficinas se popularizo junto con el uso de las máquinas de escribir por muchos años.

Las páginas de la revista "Universal Ilustrado", nos dejó reportajes con bellas imágenes que ilustraban la figura de las secretarias realizando su labor como asistentes, entre ellas se observa a las mujeres tomando notas taquigráficas. Foto: Hemeroteca El Universal. 



El auge de las secretarias con habilidades de taquigrafía y mecanografía llegó a su punto máximo entre 1930 y 1950. Durante esta época, la escritora Sarah Batiza Berkowitz escribió una novela que ilustraba el ambiente que envolvía a las mujeres que trabajaban como secretarias titulada "Nosotras las taquígrafas",  basada en sus experiencias como taquígrafa en la Secretaría de Hacienda.

La novela resultó premiada en el Certamen Cultural de los Talleres Gráficos de la Nación, en 1949 y sería adaptada al cine en 1950 con la dirección de Emilio Gómez Muriel y con la actuación de Alma Rosa Aguirre, David Silva, Lilia del Valle y Andrés Soler entre otras estrellas del cine de oro mexicano.


Nosotras las taquígrafas es una película dirigida por Emilio Gómez Muriel de 1950 que relata la vida de las secretarias que trabajan en una oficina ubicada en el centro de la Ciudad de México. Foto: Sitio web del Festival de Cine de Morelia



*Artículo obtenido de Taquigrafía, el arte de escribir veloz que se resiste a desaparecer publicado el 6 de octubre de 2023.


Anécdotas sobre los ferrocarriles, la Basílica de Guadalupe; parte de mi formación educativa.

 Por Ana Araceli García García

Integrante de la Red Vecinal de Narradoras y Narradores Orales Guardianes del Patrimonio de la zona de La Villa.


Los recuerdos que me llegan a la memoria con los ferrocarriles son: de inicio el tren de carga que pasaba por Manuel González para traer los insumos a la fábrica de aceite Marfil y llevar el producto terminado, se ubicaba enfrente del Cine Tlatelolco en la actualidad quedan los rieles hasta el eje Guerrero y Manuel González; cuando elaboraban el aceite llegaba hasta la colonia aroma de aceite de coco. La aceitera hace tiempo cerro y en su lugar se ubica un centro comercial.


El ferrocarril en el cruce de la Calzada de los Misterios, la Calzada de Guadalupe y Manuel González, en Peralvillo, alrededor de 1940. Fotografía obtenida de @cdmexeneltiempo

Asimismo, en mi familia hay historias con el ferrocarril, porque mi abuelo paterno fue mecánico; él se llamó en vida Cirilo García Pineda. Ingresó a los 12 años (1910) a talleres de los ferrocarriles que se encontraban en Buenavista. En el video que se presentó en el primer día que asistí a éste curso-taller aparece; es uno de los tres niños, el segundo de la fila 2. Mi abuelo también estuvo presente en los movimientos de huelga de los ferrocarriles en el año 1929 del siglo pasado, por esa participación fue despedido de una manera muy denigrante, los obreros no tenían derechos laborales, también la sociedad miraba con recelo/desprecio a los obreros vestidos con mezclilla u overall.


Anexo fotos de mi abuelo. Despertó mi interés por él, cuando, para una exposición del Museo de las Culturas Populares de Coyoacán mi abuela paterna les facilitó los periódicos en dónde aparece en las fotos de 1929 que publicaron los periódicos El Universal y Excelsior, la noticia de la huelga de los ferrocarrileros esperando por la resolución de la Suprema Corte de la Nación, misma que les negó el amparo y no recuperaron sus trabajos.

Quiero también comentar mis recuerdos de la Villa de Guadalupe; estoy fotografiada en la entrada de la antigua Basílica, (incluyo foto) estoy con dos amigas de mi mamá con una edad aproximada de 5 años.


Tranvía a Lucas Alemán y camión de la ruta 34; Azcapotzalco-La Villa (coloquialmente llamados "Vitrinas") pasando frente al Colegio Las Rosas. Fotografía de origen no ubicado.



Pasados los años a la salida de la primaria entré a estudiar una carrera comercial al Colegio de monjas "Las Rosas" que se encuentra en la calle de Garrido, era el año 1966 y egresé en 1968 como Taquígrafa-mecanógrafa y Contador Privado, los tres años que pasé en el colegio sólo iba y regresaba, no paseaba por la Villa, así es que no visité la antigua estación del Ferrocarril, llegaba en el tranvía pagando quince centavos de ida y quince centavos de regreso, bajaba y subía en la esquina de Calzada de Guadalupe y Garrido.

La educación en un colegio religioso es más bien de mucha disciplina complementada con aspectos de culto católico, en este caso, un acto de esta categoría es que cada primer viernes de mes acudíamos a la Basílica a escuchar misa, aún se utilizaba velo y de seguro también las misas eran en latín, me gané algunos regaños, no por mal portada sino porque las monjas exageran en conducta; por el solo hecho de voltear cuando alguna monja entraba era tema de regaño. Afuera del salón, esos regaños eran injustos, desde mi punto de vista, porque incluían recriminaciones como de éste tipo: “¿QUE ASÍ TE EDUCAN EN TU CASA?” y hasta me querían jalar las trenzas.


Profesor explicando taquigrafía a una alumna de una escuela de señoritas en 1925, Fotografía de Mediateca INAH

Un aspecto resaltable es que hice examen con sinodal para obtener el título de Contador Privado, cuando estábamos cerca a salir de la carrera nos tocaba estar un tiempo de mecanógrafas en la dirección del Colegio y copiando en la máquina una lista me salté una alumna, salgo y le digo a la madre "Madre, me comí a una niña", con un miedo terrible, ya que eran muy exigentes, me dio un gran regaño y me miró muy feo con sus grandes ojos verdes de mirada fulminante.

Estas son unas de mis anécdotas vivenciales, agradezco su atención para lo comentado y también su comprensión por la sintaxis, no me considero buena redactora y muchos menos relatora. 

Sobre los Ferrocarriles...

Seguramente todos en la Red Vecinal de Narración Oral de la zona de La Villa o en el Libro Club Teodoro Larrey tenemos anécdotas o experiencias al rededor del Ferrocarril, los movimientos ferrocarrileros, la cultura ferroviaria o la transportación sobre rieles, sin embargo a veces no estamos familiarizados con la terminología o tecnología aplicada en el gremio. 

Por ello comenzamos una serie de antología de videos que nos explican algunos de esos aspectos del funcionamiento, evolución e historia de los trenes, en el mundo y en México.



D Todo - Ferrocarriles (11/05/2015) | Canal Once

En este video podremos ver a Salvador Zarco Flores hablando sobre el acervo ferroviario que se encuentra en el Museo de los Ferrocarrileros.




Rieles y durmientes, el camino de los trenes | Focus ferroviario | Museo Nacional de los Ferrocarriles Mexicanos

En esta cápsula conocerás cómo y con qué materiales son construidas las vías del tren, así como sus orígenes.




COMPONENTES DE UNA VÍA FÉRREA | Momentos Ferroviarios

Breve descripción de los elementos que componen una vía férrea.










Monumento a los peregrinos*

Por Carlos Villa Roiz

A inicios de la Calzada de los Misterios, en Peralvillo, se encuentra un monumento de concreto de 22 metros de alto llamado La Cruz de la Evangelización, el cual fue bendecido por San Juan Pablo II el 23 de enero de 1999, en su camino hacia la Basílica de Guadalupe, cuando entregó el documento conclusivo del Sínodo de los Obispos de América.

También conocido como Monumento a los Peregrinos, está inspirado en la Cruz de la Evangelización que en Santo Domingo fue entregada por Juan Pablo II a los obispos de todo el continente, en el marco del V Centenario del inicio de la evangelización en América, el 12 de octubre de 1992, y que se caracteriza porque la parte superior de la cruz está en diagonal.

El monumento que se encuentra en Peralvillo tiene la imagen, tamaño natural, de cuatro religiosos que están orientados hacia los cuatro puntos cardinales, y recuerda a todas las órdenes religiosas que participaron en la conquista espiritual de México, que fue mucho más compleja y difícil que la lucha armada.


Monumento a los peregrinos, fotografía obtenida de Wikipedia (https://n9.cl/2lo6i)


Los primeros misioneros que llegaron a nuestro país fueron tres franciscanos que arribaron por Veracruz el 30 de agosto de 1523: Fray Pedro de Gante, Fray Juan de Ayora y Fray Juan de Tecto. Les siguieron los 12 primeros franciscanos, que ya venían con un programa de evangelización, y que estaban encabezados por Fray Martín de Valencia. Ellos arribaron el 13 de mayo de 1524 y fundaron las primeras cuatro provincias eclesiásticas.

El 2 de julio de 1526 se sumaron los primeros 12 dominicos cuyo superior fue Fray Tomás Ortiz, y luego, el 22 de mayo de 1533 llegaron siete agustinos.

Los jesuitas vinieron el 28 de septiembre de 1572; los Carmelitas Descalzos en 1585, y los Mercedarios, que tuvieron presencia desde la expedición de Hernán Cortés con el Padre Bartolomé de Olmedo, se establecieron primero en Guatemala, en 1533, y para 1574 abrieron en la Ciudad de México su centro de formación con la intención de que estudiaran en la Real y Pontificia Universidad de México; para 1593, abrieron su primer convento en el barrio de San Lázaro.

La Cruz de la Evangelización recuerda a todas estas órdenes religiosas y a decenas de misioneros que consagraron su vida al cuidado, enseñanza y defensa de los indios, y por esta razón, tiene un sentido especial el hecho que de este sea el punto de arranque de todas las peregrinaciones que acuden al Tepeyac, cuando van a postrarse a los pies de la Virgen de Guadalupe.


Inscripción en el monumento a los peregrinos, fotografía de @cronicasdebanqueta



*Artículo obtenido de La Cruz de la Evangelización, el punto de partida hacia La Villa , publicado en 9 de enero de 2019.


Historia de la Villa de Guadalupe a través de los siglos**

 Por Guadalupe Lozada León
(Fragmento)

Como todos los pueblos asentados en la región lacustre de México, los que rodeaban al cerro del Tepeyac, adonde acudía una multitud de peregrinos a adorar a Tonantzin, fueron dominados por los mexicas, quienes durante el engrandecimiento de su poderío construyeron la calzada que los unía a Tenochtitlan, la cual, además, funcionaba como dique capaz de contener las aguas dulces de los ríos que desembocaban en la parte occidental del lago.

A partir de la conquista de México, el Tepeyac comenzó su proceso de urbanización, al tiempo que su territorio fue repartido mediante el sistema de encomiendas, lo que degeneró en la esclavitud de los encomendados, quienes permanecieron sometidos durante la mayor parte de la época colonial.

Dada su cercanía con la Ciudad de México, esta zona fue una de las primeras en ser tomadas en cuenta para el proceso de evangelización cristiana. En tal virtud, fueron los franciscanos los primeros miembros de las Órdenes religiosas en arribar a estas tierras y quienes comenzaron la labor misionera en el Tepeyac.

Juan de Sáenz, Virgen de Guadalupe con las cuatro apariciones y una visita del santuario del Tepeyac, 1777, óleo sobre lámina de cobre; Col. Museo Soumaya-Fundación Carlos Slim A.C./Ciudad de México. Imagen obtenida de relatosehistorias.mx


Así las cosas, en 1531, cuando apenas había iniciado el proceso de conquista-colonización-evangelización, se produjo en el cerro que da nombre a la región, el “milagro guadalupano”, portento que transformó la vida de la zona que, a partir de aquellas apariciones, se desarrolló en torno a la imagen plasmada en la tilma de Juan Diego. Este acontecimiento provocó que en 1533 se fundara el pueblo de Guadalupe, que con el tiempo fue reconocido como cabecera de Santiago Atzacoalco, San Pedro Zacatenco, Santa Isabel Tola y San Juan Ixhuatepec. Desde aquel momento trascendental para la cristianización americana, se construyó una pequeña ermita que al paso del tiempo cedió su lugar a un primer templo edificado en 1622.

En vista de que el culto mariano comenzó a atraer gran cantidad de fieles, a partir de 1676 se construyeron quince grandes monumentos a lo largo de la antigua calzada que unía al Tepeyac con Tlatelolco, en los cuales se representaban los hechos religiosos que se aluden en los misterios del Rosario, separados uno de otro la distancia suficiente para que, al ir caminando, el peregrino tuviera la oportunidad de meditar sobre las virtudes marianas y rezar diez veces el Ave María.

Sin embargo, es a la llegada del siglo XVIII, notable por los cambios de mentalidad producidos en el mundo, que se inaugura la Basílica de Guadalupe, en donde con toda la pompa de la ornamentación religiosa, el culto guadalupano desarrolla su descomunal fortaleza.

Administrativamente, las cédulas reales de 1733 y 1748 elevaron al pueblo de Guadalupe a categoría de villa; se encontraba habitada por 97 familias indígenas empleadas en las salinas de Tlatelolco y la hacienda de Santa Ana, o como pescadores en el lago de Texcoco. Diez años más tarde, a la población nativa se habían sumado cincuenta familias españolas, casi todas ellas relacionadas con el servicio del santuario.

En 1743 se inició la construcción del acueducto de 2 310 arcos y una extensión de doce kilómetros, que corría desde el nacimiento del río Tlalnepantla hasta la fuente que estaba frente al santuario de Guadalupe, con varias tomas intermedias. A partir de su terminación en 1751 se introdujo el agua a la población.

Fue a finales de ese siglo tan pródigo en acontecimientos cuando en 1791 se inauguró la iglesia del Pocito, obra del afamado arquitecto Francisco Guerrero y Torres, así como la calzada de Guadalupe, que facilitaba el traslado de los devotos. Resulta evidente que estas obras públicas obedecían al aumento del culto en torno a la imagen guadalupana. En 1737 se proclamó “la jura” de su protectorado sobre la Ciudad de México, mismo que en 1746 se extendió a todo el reino de la Nueva España.

Iglesia del Pocito en la Villa de Guadalupe Ca. 1890. Imagen obtenida de Mediateca INAH (https://n9.cl/41pprq)


Esta explosión del guadalupanismo novohispano propició que los virreyes, antes de entrar a la capital que sería la sede de su mandato, pasaran ante la imagen de la Virgen de Guadalupe a implorar la protección de su patrocinio. Las grandes ceremonias con las que se les recibía requerían de un estricto ritual que duraba varios días, después de los cuales el futuro gobernante se dirigía por alguna de las dos calzadas a la Plaza Mayor de la Ciudad de México.

Con las características de un poblado eminentemente religioso, acostumbrado a dar cabida a los peregrinos que llegaban en multitudes a la zona del santuario, se desarrolló la vida en Guadalupe durante toda la época colonial.


Casimiro Castro, La Villa de Guadalupe tomada en globo el 12 de diciembre, Litografía; en México y sus alrededores, México, Establecimiento litográfico DECAEN, 1855-1856.
Imagen obtenida de relatosehistorias.mx



Independencia guadalupana

Una vez consumada la independencia, la llegada de la nueva realeza criolla al poder encontró, desde que se instaló la Junta Provisional Gubernativa en 1822, un símbolo más para exaltar su fe, merced a la instauración de la Orden Imperial de Guadalupe, máxima insignia con la que se premiaba a todos aquellos cuyo valor los había caracterizado en la defensa de la patria. Asimismo, otro criollo, Miguel Fernández y Félix, cambió su nombre a Guadalupe Victoria en honor a la virgen del Tepeyac y, como tal, se convirtió en el primer presidente del México independiente.

Al establecerse el Distrito Federal por un decreto del Congreso del 18 de noviembre de 1824, la Villa de Guadalupe quedó comprendida dentro del círculo que, teniendo como centro la Plaza Mayor de México, dio su primera forma al DF.

Fue en el periodo de gobierno de Guadalupe Victoria que, el 12 de febrero de 1828, se le dio a la villa el nombre con el que sobrevivió los siguientes cien años: Ciudad de Guadalupe Hidalgo, lo que corroboraba la íntima relación entre la religiosidad y la historia al reconocer en este nombre la devoción guadalupana y la heroica figura del Padre de la Patria.

Ya con este nombre, el 2 de febrero de 1848 esa ciudad fue testigo de la firma del Tratado de Paz, Amistad y Límites entre los Estados Unidos de América y la República Mexicana, con el cual se delimitó el nuevo mapa de nuestro país, que a partir de aquel momento perdía más de la mitad de su territorio.


Tratado de paz, amistad, límites y arreglo definitivo entre la República Mexicana y los Estados-Unidos de América, firmado en Guadalupe Hidalgo el 2 de febrero de 1848, con las modificaciones con que ha sido aprobado por el Senado, y ratificado por el Presidente de los Estados Unidos en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes (Obtenido de https://n9.cl/hpiy11)


En el clima político en que se desarrolló la mayor parte del siglo XIX mexicano, en el cual los diferentes bandos políticos se disputaban el poder a base de golpes de Estado o “pronunciamientos” –como se les llamaba entonces–, pocas fueron las mejoras materiales que tuvo el Distrito Federal. La Villa de Guadalupe no fue la excepción.

Sin embargo, un suceso relevan-te transformó la vida de aquella pequeña ciudad a los pies del cerro del Tepeyac: la llegada del ferrocarril a la Villa de Guadalupe, cuya inauguración a cargo del presidente Ignacio Comonfort se llevó a cabo el 4 de julio de 1857. A partir de entonces, los viajeros que recorrían a bordo de este novedoso medio de transporte la calzada de los Misterios, pudieron acceder con mucha mayor facilidad al santuario, lo que incrementó el comercio y el intercambio cultural de la localidad.



**Artículo obtenido de Historia de la Villa de Guadalupe a través de los siglos | Relatos e Historias en México que se publicó íntegramente en la revista impresa de Relatos e Historias en México No. 59: http://relatosehistorias.mx/la-coleccion/59-noticias-del-imperio



De rodillas, madrecita, hasta llegar a tu altar*

 Por Beatriz Guillén

Hincados en la tierra y con los brazos tiesos a los lados se colocan los peregrinos en la plaza Mariana, al norte de la Ciudad de México. Uno de ellos, con gorra y vaqueros, se santigua agachado, una, dos veces, murmura un rezo. Más cerca de la entrada, un padre y su hijo andan sobre los huesos de sus rodillas hacia la basílica de la Virgen de Guadalupe, piel y cartílagos solo protegidos por el tejido negro de un chándal nuevo. Una mujer cede la tela blanquecina en la que porta a su bebé y avanza, a cuatro patas, con las largas trenzas negras balanceándose a los lados; la hijita da pasos a la izquierda sin adelantar a su madre. En los últimos escalones, alguien ayuda a una señora a levantarse de sus piernas magulladas.


Peregrinos que descansan después de llegar de rodillas a la Basílica de Guadalupe, Crédito de la fotografía de Aitor Bengoa, obtenida de TheObjective.com

Ellos, los jóvenes, exhiben las heridas, el negror de la piel quemada y amoratada, el rojo de la sangre y de la carne viva. Están tumbados a la sombra en uno de los laterales de la basílica con los pantalones remangados. Han venido corriendo desde Zacapoaxtla, en Puebla, y han tardado tres días, dicen así en bajito. “¿Os podemos hacer una foto?”. Entonces se yerguen y no se quitan la gorra y miran entretenidos. Luego los vemos paseándose con sus equipos brillantes color granate por las escaleras del cerro del Tepeyac. Hay que hacer tiempo antes de volver a casa.

La Basílica de la Virgen de Guadalupe es el santuario más importante de México y recibe más visitas que el de Lourdes (Francia) o Fátima (Portugal). En 2018, más de 10 millones de peregrinos católicos de todas partes del país se acercaron a la capital del Estado con motivo de la celebración del día de la reina de México, emperatriz de América. Para este año, las previsiones apuntan que se superará esa cifra.

Cuentan que el 9 y el 12 de diciembre de 1531, la Virgen de Guadalupe se le apareció a Juan Diego —que, cuentan, era indio, cristiano, humilde— en el cerro de Tepayac. El mismo que ahora está repleto de vendedores que graban pequeñas monedas con la imagen guadalupana, de fotógrafos que han montado un set con flores, burros, sombreros mexicanos y estatuas de la Virgen a tamaño real, de peregrinos que descansan y se refrescan en las fuentes.

Es la primera vez que vengo a ver a la Virgencita”, dice con su voz aflautada de cinco años Jesús Santos —recitando así su nombre, completo y del tirón—. Ha venido en un carro rojo y todo le ha parecido muy bonito, también dice subiéndose a la espalda de su madre.

Lisbeth y Germán son de Perote, Veracruz, y cada 8 de diciembre salen de su casa para visitar a la Virgen de Guadalupe. “Le pedimos pues que estemos bien. Y bendiciones para nuestra familia”, explica Lisbeth mientras se coloca los mechones bajo la gorra. Estas noches han dormido en la furgoneta en la que vinieron junto a otras 20 personas. “Se adjudica el tiempo y se paga la contribución para los trajes y el transporte”. Su equipo es azul oscuro y con él correrán en relevos durante el día de vuelta: el 12, el día grande, lo pasan en su comunidad que es fiesta. No, claro que no se quedan en Ciudad de México.

Mujer avanza a gatas junto a su hija, en la Basílica de Guadalupe, Crédito de la fotografía de Aitor Bengoa, obtenida de TheObjective.com

La historia es similar a la de Hilaria y Juan Carlos, que forman parte de un club de carrera guadalupana, donde el más pequeño, Eddie, está apuntado desde los ocho años. Tras 11 horas de viaje desde San Martín Jolalpan, en Guerrero, llegaron de madrugada a la Basílica y presentaron velas, figuras y coronas a la Virgen.

La vuelta la van a hacer corriendo por la carretera. “Venimos en varias combis [furgonetas] y tardamos tres días en volver por las paradas”, dice Juan Carlos para explicar después con paciencia qué es eso de los relevos. Funciona así: un grupo corre hasta el primer punto señalado, mientras el resto del equipo hace el trayecto dentro de la furgoneta. En la parada, se cambian los papeles: los corredores se suben al vehículo y es otro el grupo que rueda hasta el siguiente descanso.

Además de las carreras y andando, también hay peregrinos que llegan en grupos ciclistas. Desde los días previos se los veía pedaleando por las carreteras en dirección a Ciudad de México. Algunos llevan una antorcha a la Virgen y en las camisetas, el lema: “Fuego Guadalupano”.

Juan Carlos llevaba tiempo de sus 29 años viendo llegar a los corredores hasta Cualác. Decidió que quería ser como ellos, los que guardan una promesa o un motivo. Le pregunto por el suyo.“Yo esto lo hago por devoción”. “Y ya nos vamos ahorita que el 12 tenemos que estar en nuestro pueblo”, se despide.

Es 10 de diciembre y en la explanada de la basílica solo hay un centenar de tiendas. El recinto se llena la noche siguiente, cuando se cantan Las mañanitas, la tradicional canción de cumpleaños, a la Virgen. Los creyentes consideran que el cumpleaños de la “Madre de México” es el 12 de diciembre, por lo que justo a la medianoche comienza la misa más importante que celebra la aparición.

Francisco y Erica Villa no se van a quedar para verlo. Han venido en autobús desde Puebla y solo pasan aquí una noche. Son campesinos y no pueden ausentarse mucho más tiempo. Se dedican a la siembra de flores: “De gladiolas y flor de muerto, ¿conoces? Es la que ponemos en el Día de Muertos, es bien bonita”, cuenta ella, muy tímida. Han instalado su tienda naranja en primera línea. La decoración con la manta de la Patrulla Canina es cosa de Leslie, que tiene tres años y tres viniendo a visitar a la Virgen. “Nuestros papás nos traían, ellos nos lo enseñaron. Ahora lo hacemos nosotros”.

Solo se bendicen objetos religiosos, no amuletos. Esto no es un sacramento, vocea el padre colocado sobre un murete mientras lanza agua bendita. Los fieles alzan sus imágenes de la Virgen antes de entrar en la Basílica. Ahí dentro les espera la imagen original, tantas veces reproducida, engalanada en oro y custodiada por la bandera de México. La misa se entremezcla con los sonidos de fuera. Mariachis y danzas para recordar que esto también es una fiesta.


Cura reparte agua bendita en el atrio de la Basílica de Guadalupe, Crédito de la fotografía de Aitor Bengoa, obtenida de TheObjective.com


Ajenas a todo, Maricila y Jessy, de 19 y 20 años, se ríen tapándose la boca. Hablan por el móvil en altavoz con el novio de Jessy, conceden cortarle para que me siente con ellas, un poco avergonzadas. Comparten apellido —Cuauhtenango, según me escribe Jessy en el cuaderno con las letras ligeramente separadas—, pero aseguran que no son hermanas ni primas, solo amigas de la secundaria. Vienen también en carrera desde Pantitlán, en Guerrero, y creen que tardarán dos noches en volver.

Maricila lleva en la camiseta la inscripción que delata que es su primera peregrinación. Está satisfecha con la experiencia, sobre todo porque ha podido ver en primera persona algunas de las historias que cuenta la Biblia. También ha dado las gracias “por mantener la fe y la salud”.

¿Y tú de dónde eres?”, dicen curiosas. Madrid les suena lejísimos. “¿Y qué vas a hacer ahora aquí?”. Me cuentan que Maricila quiere estudiar Contabilidad y Jessy una maestría de Preescolar. Antes de despedirnos, preguntan si favor nos podemos hacer un selfi juntas. “Es para contarle al novio de ella”. Ríen. Ya están de nuevo pegadas al teléfono.

Ya llegamos virgencita, a tus plantas estamos ya. De muy lejos caminando venimos con devoción“, corean entonadísimos una columna de peregrinos muy jóvenes en dirección a la basílica. “De rodillas, madrecita, hasta llegar a tu altar”. Avanzan hasta que todo termina: “Ya nos vamos, virgencita, ya te venimos a ver. Te pedimos, madrecita, que nos concedas volver.


Peregrino con cuadro de la Virgen, Crédito de la fotografía de Aitor Bengoa, obtenida de TheObjective.com



**Artículo obtenido de "De rodillas, madrecita, hasta llegar a tu altar": millones de peregrinos se postran ante la Virgen de Guadalupe , publicado el 12 de diciembre de 2019, por el medio de comunicación independiente The Objective fundado en Madrid por Paula Quinteros.


La escritora del artículo; Beatriz Guillén, es periodista y feminista que ha colaborado en el periódico El País y Materia. Ganadora (junto con Mónica González, fotógrafa) del segundo lugar de la séptima edición del premio Breach Valdez de Periodismo y Derechos Humanos, con un reportaje sobre la reconstrucción testimonial de las muertes de once mujeres internas, dentro de la única cárcel federal mexicana de mujeres, ubicada en Morelos. (
Tragedia en la cárcel de mujeres: así estalló la ola de suicidios en el Cefereso 16 | EL PAÍS México)


Mi Calzada de Guadalupe

 

Por Grisélida Sandoval

 Integrante de la Red Vecinal de Narradoras y Narradores Orales Guardianes del Patrimonio de la zona de La Villa.



Calzada de Guadalupe 1956, imagen tomada de Mexico en fotos 


Era principio de los años sesenta. La Calzada de Guadalupe era referente para muchas actividades cotidianas: Vamos a comprar el pan a la panadería de La Abeja está cerca, en la calzada de Guadalupe, Si te pierdes, acuérdate, le dices al policía que vivimos a ocho cuadras de la Calzada de Guadalupe.

Tomamos el tranvía para el centro... en la calzada de Guadalupe, los dulces para el día del niño los puedes comprar en la Casa Jaime. ¿La medicina? no vayas hasta el centro, en la Briseño encuentras. Tortas ricas y baratas, la Mier y Pesado, la parada de los camiones de Circunvalación, el cine, las gorditas de maíz, además de muchos servicios y comercios más; en la Calzada de Guadalupe.

En la vida familiar, la Calzada de Guadalupe también era un eje orientador. A veces sólo le decíamos 'la calzada' y se sabía qué calle era y a dónde llevaba, su destino: la Basílica, lugar que alojaba a la Virgen de Guadalupe y a donde acudíamos con mis papás y hermanos a misa cada que teníamos un acontecimiento importante: el cumpleaños de alguien, a dar gracias por el nacimiento de uno de mis hermanos, los bautizos, los fines de año, los domingos de pascua, la petición de un favor.

El antiguo orfanato para niñas de la Fundación Mier y Pesado, sobre Calzada de Guadalupe en 1926, actualmente Colegio Mier y Pesado. Fotografía obtenida de @mexicoretro.


Dado que estaba cerca de la casa, a veces íbamos caminando y, bardeada con rejas verdes, la calzada nos ofrecía un camino seguro. Mi impresión fue impactante cuando vi por primera vez a muchas personas que de rodillas transitaban, de Peralvillo a la Basílica, con veladoras y flores, sudando y padeciendo cansancio y el dolor del recorrido. Pregunté a mi padre y me explicó que pagaban una manda, es decir un sacrificio que habían ofrecido a la Virgen de Guadalupe a cambio de algún favor, muchas veces difícil, y que ella les habla concedido.

En alguna ocasión mi madre estuvo en riesgo de morir por un problema de salud, y mi abuela y mi tía nos pusieron a rezar y pedir a la Virgen por su alivio. Yo rezaba con mucha devoción cuando recordé lo que mi padre me habla explicado sobre las mandas. Sin pensarlo siquiera y con la urgente necesidad de que mi madre recobrara la salud inmediatamente ofrecí ir de rodillas de Peralvillo a la Basílica.


Peregrino en camino a la Basílica por la Calzada de Guadalupe, fotografía de Carlos Jasso para REUTERS, obtenida de TheObjective.com


Mi madre sanó y cuando le dije a mi padre lo que había ofrecido me aseguró que podíamos hacer algún trato con la Virgen y cambiar esa penitencia por otra, porque mis rodillas quedarían en muy mal estado y seguramente ella no querría que después tuviéramos que pedir por mi recuperación. Así lo hicimos rezando algunos rosarios y asistiendo a misa.

Creo que la Virgen vio con buenos ojos ese trato ya que de haber realizado esa penitencia mis destrozadas rodillas requerirían después, de otro favor más.